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lunes, 15 de octubre de 2018

Novela caballeresca



Narraciones medievales publicadas en los primeros años de la imprenta, que tienen por objeto divertir relatando las hazañas y aventuras inverosímiles de héroes legendarios e invencibles. Se dice que El Quijote fue la última novela de caballerías o la primera novela moderna. Algunas de las más populares fueron: "Libro del esforzado cavallero don Tristán de Leonis y de sus grandes hechos en armas" y los catorce libros de "Amadis de Gaula".

Aunque encontramos algunos precedentes en la Francia del siglo XII, las novelas de caballerías fueron un género literario que se hizo muy famoso en España y Portugal durante el siglo XVI. Los autores narraban en aquellas obras las hazañas de algún caballero, lo que provocaba el delirio de los lectores y terminó hartando a Miguel de Cervantes, que satirizó sobre ellas en su célebre ‘Don Quijote de La Mancha’.

Características de las novelas de caballerías:

1. Los hechos importan más que quienes los protagonizan

Los protagonistas tienen su relevancia, pero sus características suelen ser predecibles y su personalidad bastante plana, sin matices. Lo que realmente importa son las andanzas de los caballeros, sus hazañas.

2. Estructura abierta y flexible.

Libros largos, colecciones incluso. Nada acaba, todo se extiende y está sujeto a cuantos caminos quiera imaginar el autor. Las aventuras son inacabables y entrelazadas y su narración hiperbólica.

3. Superación de pruebas

El caballero ha de adquirir honra y valor en sus batallas. La trama de los libros de caballerías avanza a golpe de las pruebas y más pruebas que el héroe ha de superar. Esperan la gloria y, en muchos casos, el amor.

4. Amor idealizado

Se trata de un amor cortesano y exagerado; relaciones muchas veces fuera del matrimonio e incluso con hijos ilegítimos, aunque a la postre terminan en boda.

5. Gloria a través de las armas.

Es un contexto bélico el que posibilita la demostración de valor. Los caballeros combaten para demostrar su capacidad con las armas. Torneos y duelos son su día a día y los rivales son muchas veces gigantes que engrandecen las victorias.

6. El héroe y su peculiar idiosincrasia.

Cada novela demuestra el nacimiento de un héroe: a veces hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos e incluso reyes. Pero el camino no es sencillo, el nombre hay que merecérselo y el caballero cuenta para ello ocasionalmente con la ayuda de hechiceros, espadas mágicas y poderes sobrenaturales.

7. Escenarios fantásticos.

Geografía fabulosa e irreal. Tierras paganas de ritos exóticos, lagos encantados, palacios variopintos, selvas encantadas, barcos misteriosos…

8. Tiempos remotos y míticos.

Carentes de referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas.

9. Guerra sagrada.

Evocando los tiempos de Reconquista, un tema recurrente es el de la cruzada cristiana para defender Constantinopla.

10. Falsa traducción.

Las novelas se presentan como si fuesen libros rescatados tras mucho tiempo ocultos y traducidos de lenguas como el griego, el alemán, el inglés, el árabe o el toscano.



Características de las novelas de caballerías.

1. Los hechos importan más que quienes los protagonizan.

Los protagonistas tienen su relevancia, pero sus características suelen ser predecibles y su personalidad bastante plana, sin matices. Lo que realmente importa son las andanzas de los caballeros, sus hazañas.

2. Estructura abierta y flexible

Libros largos, colecciones incluso. Nada acaba, todo se extiende y está sujeto a cuantos caminos quiera imaginar el autor. Las aventuras son inacabables y entrelazadas y su narración hiperbólica.

3. Superación de pruebas

El caballero ha de adquirir honra y valor en sus batallas. La trama de los libros de caballerías avanza a golpe de las pruebas y más pruebas que el héroe ha de superar. Esperan la gloria y, en muchos casos, el amor.

4. Amor idealizado

Se trata de un amor cortesano y exagerado; relaciones muchas veces fuera del matrimonio e incluso con hijos ilegítimos, aunque a la postre terminan en boda.

5. Gloria a través de las armas.

Es un contexto bélico el que posibilita la demostración de valor. Los caballeros combaten para demostrar su capacidad con las armas. Torneos y duelos son su día a día y los rivales son muchas veces gigantes que engrandecen las victorias.

6. El héroe y su peculiar idiosincrasia.

Cada novela demuestra el nacimiento de un héroe: a veces hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos e incluso reyes. Pero el camino no es sencillo, el nombre hay que merecérselo y el caballero cuenta para ello ocasionalmente con la ayuda de hechiceros, espadas mágicas y poderes sobrenaturales.

7. Escenarios fantásticos.

Geografía fabulosa e irreal. Tierras paganas de ritos exóticos, lagos encantados, palacios variopintos, selvas encantadas, barcos misteriosos…

8. Tiempos remotos y míticos.

Carentes de referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas.

9. Guerra sagrada.

Evocando los tiempos de Reconquista, un tema recurrente es el de la cruzada cristiana para defender Constantinopla.

10. Falsa traducción.

Las novelas se presentan como si fuesen libros rescatados tras mucho tiempo ocultos y traducidos de lenguas como el griego, el alemán, el inglés, el árabe o el toscano.






NOVELA POLICIAL





La novela policíaca, policial, detectivesca o, con más amplitud y precisión, la novela criminal, es una clase de textos o género literariodentro de la novela, que es a su vez un subgénero de la narrativa.


ELEMENTOS:

El protagonista suele ser un investigador privado o detective (por ejemplo, Hercule Poirot de Agatha Christie), o un policía (Maigret de Georges Simenon), periodista (Gálvez de Jorge Martínez Reverte), abogado (Perry Mason de Erle Stanley Gardner), criminalista o aficionado (Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, la Miss Marple de Agatha Christie, el padre Brown de G. K. Chesterton, el viejo del rincón de Emmuska Orczy, el profesor de literatura Gervase Fen de Edmund Crispin, el recluso Isidro Parodi de Honorio Bustos Domecq...) que investigan un hecho o una serie de acontecimientos que se han producido entrevistándose con los personajes implicados o examinando las pruebas e indicios que han quedado del crimen. Inversamente, también puede tratarse de un delincuente que trata de librarse de las consecuencias de sus actos (el Ripley de Patricia Highsmith). Además, la novela policiaca, en su modalidad de novela negra, posee una habilidad especial para retratar problemas morales, sociales y colectivos, en la mayor parte de las ocasiones con un elevado nivel de conciencia crítica.


Aunque al principio solamente se mostraban los hechos y las investigaciones del detective, después se fue poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente y en las raíces socioculturales de la delincuencia (novela negra).


La novela negra evolucionó y se vulgarizó gracias a su éxito en colecciones populares hacia los subgéneros literarios pulp como el hard boiled o el thriller (suspense). El relato criminal puede además mezclarse o hibridarse incluso con la novela fantástica, la ciencia ficción o la novela histórica. Las novelas policíacas poseen todas ellas una línea común que otorga cohesión a esta modalidad literaria, pero, al mismo tiempo, son tan diferentes entre ellas como distintos son los numerosos autores que han cultivado, y cultivan, este tipo de narrativa.


HISTORIA:

Aunque el género policial comienza cerca de los años 1840, se han encontrado textos de hace más de 2000 años que se asimilan a este estilo. Un claro ejemplo es la obra de Sófocles Edipo rey, una tragedia griega en la que el protagonista, Edipo, lleva a cabo una investigación en la que se da cuenta de que él mismo es el culpable; y en el Libro de Daniel del Antiguo testamento este profeta realiza investigaciones para esclarecer los misterios relativos a la Historia de Bel y el Dragón y la Historia de Susana; todo parece indicar que se trata de relatos de origen tradicional incluidos en este libro y son ya, de hecho, cuentos policiales.


Es un género tan moderno como la misma narrativa de ciencia ficción y se desarrolló, como ella, para responder a una demanda sociocultural concreta durante los siglos XIX y XX; en sus inicios fue calificada como "literatura barata" o "subliteratura", porque el crimen era de por sí un tema antiestético y que se pensaba no podía alcanzar trasfondo moral o artístico. La gente leía en los periódicos casos de crímenes o crónicas de sucesos cuya evolución seguía hasta su resolución; algunas veces incluso se editaron colecciones de volúmenes que contenían transcripciones o resúmenes de procesos judiciales famosos por su morbosidad, su carácter escandaloso o su violencia. Esas son algunas de las raíces de la novela policiaca moderna.


Entre las obras que dieron origen a este tipo de escritos se encuentran varias manifestaciones literarias que expresaban inquietud ante lo inexplicado, como la novela gótica o de horror (siglo XVIII), en donde se presentaban crímenes terroríficos (El Monje de Matthew Lewis, 1796; Frankenstein, 1818) de Mary Shelley. Algunas veces, como en este último ejemplo, se intentaban explicar esos terrores recurriendo a la ciencia y a la lógica. Pero faltaba el personaje que apaciguara la resolución de ese nuevo tipo de angustias de sesgo fundamentalmente moderno que ya ni la religión ni la superstición podían calmar.

Por otra parte, la naciente novela de aventuras del Romanticismo describía un difícil o accidentado viaje protagonizado generalmente por un héroe que encarnaba las virtudes de su tiempo y conseguía vencer todo tipo de dificultades. Faltaba el escritor de genio que uniese estos tres elementos: la crónica de sucesos, el misterio horrible e inexplicado y el héroe aventurero que consigue resolverlo por procedimientos ajustados a una nueva mentalidad lógica y materialista, propia de la clase media o burguesía.


CREACIÓN DEL GENERO.

Como uno de los pocos géneros literarios creados por la modernidad la literatura policíaca se ha ido convirtiendo, con el correr de los años, en un acontecimiento cultural de gran magnitud, como prueba su creciente difusión y la estimable calidad literaria de algunos autores que la han cultivado. La génesis de la novela policíaca tiene cabida gracias al estadounidense Edgar Allan Poe con sus cuentos Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie Rogêt (1842-1843), La carta robada (1844) y El escarabajo de oro (1843). Los tres primeros fueron protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective de ficción, que sirvió de modelo a uno de los personajes arquetípicos del género, el detective Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, quien considera dos aspectos al resolver un crimen: se fundamenta en deducciones y se obliga a no adivinar nada. Finalmente llega a conclusiones razonadas, como una máquina lógica perfecta. Doyle, junto a Agatha Christie y otros autores, llevaron el género a su madurez, formando la llamada escuela inglesa de novela policíaca, caracterizada por un desarrollo casi matemático de la trama, centrada en la resolución del enigma a través de pistas y piezas que deben encajarse, fórmula intelectualizada y psicológica en sus mejores momentos, que es desenvuelta casi siempre en espacios interiores y en estratos sociales de clase alta. Entre los ingleses merece también citarse a Wilkie Collins quien, con La piedra lunar(The Moonstone, 1868) es considerado como uno de los precursores del género (T. S. Eliot). En Rusia, hay que citar desde luego a Alexándr Andréyevich Shkliarevski (1837 - 1883), quien anticipa ya el subgénero de la novela negra.


Se puede decir que el origen de la novela criminal o de misterio tiene una fecha concreta. En 1844, Søren Kierkegaardpublica El concepto de angustia, e inmediatamente después ve la luz El cuervo, del propio Poe. No hay una coincidencia fruto de la casualidad. Hay un estrecho margen de tiempo, más bien, en el que la causalidad hace su trabajo. ¿Por qué aparece la novela policíaca? Es el miedo, la “filosofía de la angustia” o “de la inseguridad” de la que habla Kierkegaard,​ quien reina en el alma de la gente. En una época convulsa aparece la neurosis de la sociedad industrial. Algunos autores aprovecharán incluso este hecho para opinar sobre el origen social de la novela policíaca desde un enfoque marxista.


















NOVELA PICARESCA.





La novela picaresca es un subgénero literario narrativo en prosa muy característico de la literatura española, aunque trascendió a la europea en general. Surgió en los años de transición entre el Renacimiento y el Barroco, durante el llamado Siglo de Oro de las letras españolas.


La novela picaresca surgió como crítica por un lado de las instituciones degradadas de la España imperial y por otro de las narraciones idealizadoras del Renacimiento: epopeyas, libros de caballerías, novela sentimental y novela pastoril. El fuerte contraste de valores entre los distintos estamentos sociales de la España de la época generó, como respuesta irónica, unas llamadas «antinovelas» de carácter antiheroico, mostrando lo sórdido del momento histórico: las pretensiones de los hidalgos empobrecidos, los miserables desheredados, los falsos religiosos y los conversos marginados. Todos estos se contraponían a los caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad observada por encima de sus cuellos engolados. Algunos críticos han apuntado que este género es «Un producto pseudoascético, hijo de las circunstancias peculiares del espíritu español, que hace de las confesiones autobiográficas de pecadores escarmentados un instrumento de corrección».


En España el género extraía la sustancia moral, social y religiosa del contraste cotidiano entre dos estamentos, el de los nobles y el de los siervos. Durante el siglo XVI comienza a vulgarizarse y degradarse la hidalguía y personajes, como don Quijote o el hidalgo pobre que se hace servir por Lazarillo de Tormes, son ilustraciones de este fenómeno en la literatura española, encontrando también su correlato reflejado por el género teatral del entremés. El humilde guitón, bigardo o pícaro de cocina como tal es un anticaballero errante en una «epopeya del hambre» a través de un mundo miserable, donde solo se sobrevive gracias a la estafa y el engaño y donde toda expectativa de ascenso social es una ilusión; los vagabundeos de un Pablos o de un Guzmán constituyen el contrapunto irónico a los de los valientes caballeros. La vida de Lazarillo de Tormes (1554) es el comienzo de una crítica de los valores dominantes de la honra y de la hipocresía, arraigados en las apariencias, que hallará su culminación y configuración canónica con la Primera parte de Guzmán de Alfarache (1599).


CARACTERÍSTICAS:

Las características de este género literario son las siguientes:
El protagonista es un pícaro, de muy bajo rango social o estamento y descendiente de padres sin honor o abiertamente marginales o delincuentes. Perfilándose como un antihéroe, resulta un antípoda al verdadero ideal caballeresco que ya no existe en la sociedad contemporánea. Su aspiración es mejorar su condición social, pero para ello recurre a su astucia y a procedimientos ilegítimos como el engaño y la estafa. Vive al margen de los códigos de honra propios de las clases altas de la sociedad de su época y su libertad es su gran bien, pero también posee una frecuente mala conciencia que, por ejemplo en Guzmán de Alfarache, se extiende a lo largo de páginas y más páginas de consideraciones éticas, morales y religiosas.


Estructura de falsa autobiografía. La novela de humor está narrada en primera persona como si el protagonista, un pecador arrepentido y antihéroe, fuera el autor y narrara sus propias aventuras con la intención de moralizar, empezando por su genealogía, antagónica a lo que se supone es la estirpe de un caballero. El pícaro aparece en la novela desde una doble perspectiva: como autor y como actor. Como autor se sitúa en un tiempo presente que mira hacia su pasado y narra una acción cuyo desenlace conoce de antemano.

Determinismo. Aunque el pícaro intenta mejorar de condición social, fracasa siempre y nunca dejará de ser un pícaro. Por eso, la estructura de la novela picaresca es normalmente abierta. Las aventuras que se narran podrían continuarse indefinidamente para sugerir que no hay evolución posible que cambie dicha historia. Este paradigma, al que apela Lázaro para justificar sus propios errores y ganarse la simpatía del lector en La vida de Lazarillo de Tormes, fue contestada por Mateo Alemán, Francisco de Quevedo, Miguel de Cervantes y otros autores de narraciones picarescas en años posteriores, puesto que contravenía la doctrina católica del libre albedrío tan importante en la Contrarreforma.

Ideología moralizante y pesimista. Cada novela picaresca está narrada desde una perspectiva final de desengaño; vendría a ser un gran «ejemplo» de conducta aberrante que, sistemáticamente, resulta castigada. La picaresca está muy influida por la retórica sacra de la época, basada en muchos casos, en la predicación de «ejemplos», en los que se narra la conducta descarriada de un individuo que, finalmente, es castigado o se arrepiente.
Intención satírica y estructura itinerante. La sociedad es criticada en todas sus capas, a través de las cuales deambula el protagonista en una estructura itinerante en la que se pone al servicio cada vez de un elemento representativo de cada una. De ese modo el pícaro asiste como espectador privilegiado a la hipocresía que representa cada uno de sus poderosos dueños, a los que critica desde su condición de desheredado porque no dan ejemplo de lo que deben ser.
Realismo, incluso naturalismo al describir algunos de los aspectos más desagradables de la realidad, que nunca se presentará como idealizada sino como burla o desengaño.



























NOVELA PASTORIL.

  


La novela pastoril es un subgénero narrativo épico que se configuró históricamente en el Renacimiento a partir de la aparición de la Arcadia del italiano Jacopo Sannazaro.


ORIGEN Y EVOLUCIÓN.

Existía ya una amplia tradición anterior que viene de la literatura pastoril, centrada en torno al subgénero lírico de la égloga o poema; la mayoría de las veces consistía en un diálogo en que diversos pastores idealizados se cuentan sus amores, afortunados o no. La égloga o idilio pastoril nació con el poeta griego Teócrito, quien fue seguido en este género por el también griego Moscoy el poeta romano Virgilio, quien innovó al hacer de sus pastores trasunto de personajes reales de su entorno: Mecenas, el emperador Augusto etc. Posteriormente, en la Edad Media, Giovanni Boccaccio compuso algunas prosas narrativas de tema pastoril y eglógico, como el Ninfale d'Ameto y el Ninfale Fiesolano. Pero será Jacopo Sannazaro quien, en su Arcadia (1504, traducida al castellano en 1549), configure definitivamente el género como un argumento narrativo entreverado de composiciones o canciones en verso de tema amoroso entonadas por los pastores.

Más que dentro de la novela, Edward C. Riley enclava este tipo de narraciones dentro del género del "romance", algunas de cuyas características son:
1) El romance suele ser una historia de amor.
2) Queda más próximo al mito que la novela.
3) Los personajes son simplificaciones psicológicas.
4) Tiempo y lugar no se determinan demasiado por criterios empíricos.
5) La descripción de detalles externos a menudo es abundante, rica y sensual, el estilo verbal suele ser algo elevado.
6) El romance suele ser muy a la moda de su época, compuesta según la sensibilidad del siglo.1

Estos rasgos, más lo señalado por Francisco López Estrada (combinación de prosa y verso que desarrolla una intriga pastoril, donde el amor es tema esencial, sin olvidar la presencia de otros aspectos como son el mundo cortesano, toques humanísticos, presentados desde la propia experiencia o desde la invención imaginada) son los que configuran el género.

La novela pastoril refleja la visión idealista y poco realista del Renacimiento, su espíritu estilizado y su platonismo. La temática es siempre amorosa, ofrece una visión estática de la naturaleza y una visión de paz. La narración es morosa y lenta y la acción, que es sin embargo embrollada, se desenvuelve con premiosidad ya que lo que importa fundamentalmente es el análisis de los sentimientos y pasiones de los personajes y la descripción del paisaje natural. Por otra parte, son frecuentes las interrupciones con digresiones de todo género o incluso con otras historias ajenas a la acción principal, aparte de los constantes versos intercalados.


El género tuvo gran cantidad de seguidores. Destacan especialmente Los diez libros de Fortuna de Amor de Antonio de Lofraso (1573), El pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo, La Galatea (1585) de Miguel de Cervantes, Desengaño de celos (1586) de Bartolomé López de Enciso, Ninfas y pastores de Henares (1587) de Bernardo González de Bobadilla, El Pastor de Iberia de Bernardo de la Vega (1591), La Arcadia (1598) de Félix Lope de Vega, La constante Amarilis (1607) de Cristóbal Suárez de Figueroa (como homenaje a María de Córdoba), y el Siglo de Oro en las selvas de Erifile (1608) de Bernardo de Balbuena, que supone un retorno a la tradición italianizante del género en castellano. Hubo incluso versiones "a lo divino", como Los pastores de Belén, 1612, de Lope de Vega. Después entró en crisis.


CRONOLOGÍA DE LAS OBRAS PRINCIPALES.


Eclogae piscatoriae de Jacopo Sannazaro (en latín)
Arcadia (1504) de Jacopo Sannazaro
Menina e Moça o Saudades, de Bernardim Ribeiro (1482-1536), editado por vez primera a título póstumo en 1554, en Ferrara, Italia.
Los siete libros de la Diana (1559) de Jorge de Montemayor
Diana enamorada (1564) de Gaspar Gil Polo,
Aminta (1573) de Torquato Tasso
El pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo
La Galatea (1585) de Miguel de Cervantes
Il pastor fido (1590) de Giovanni Battista Guarini (teatro)
The Arcadia (1590) de Sir Philip Sidney
La Arcadia (1598) de Lope de Vega
La constante Amarilis (1607) de Cristóbal Suárez de Figueroa
L'Astrée (1607) de Honoré d'Urfé
Siglo de Oro en las selvas de Erifile (1608) de Bernardo de Balbuena.
Sylvanire (1625) de Honoré d’Urfé (teatro)
Le Berger extravagant (1627) de Charles Sorel



























NOVELA HISTÓRICA.






La novela histórica es un subgénero narrativo que se configuró en el romanticismo del siglo XIX y que ha continuado desarrollándose con bastante éxito en los siglos XX y XXI. Utilizando un argumento de ficción, como cualquier novela, tiene la característica de que este se sitúa en un momento histórico concreto y los acontecimientos históricos reales suelen tener cierta relevancia en el desarrollo del argumento. La presencia de datos históricos en la narración puede tener mayor o menor grado de profundidad. También es habitual que este tipo de novelas tengan como protagonista a un personaje histórico real o ficticio a través del cual se desarrolla la ficció.


CARACTERÍSTICAS:
Según György Lukács, toma por propósito principal ofrecer una visión verosímil de una época histórica preferiblemente lejana, de forma que aparezca una cosmovisión realista e incluso costumbrista de su sistema de valores y creencias. En este tipo de novelas han de utilizarse hechos verídicos aunque los personajes principales sean inventados. Sus rasgos serían siete:
Sentido histórico
Revitalización del pasado con una proyección pretendidamente realista
Carácter popular, entendido como el reflejo de la realidad social y popular
Preferencia por personajes cuya individualidad refleja un carácter medio o típico
Aplicación al presente
Incidencia del anacronismo que sea preciso
Condición crítica constitutiva del género, toda vez que encierra un conflicto entre historia y ficción, que conduce a una nueva forma de novela, la novela realista, encarnada según Lukács en Honoré Balzac.


Al contrario que la pseudo novela histórica del siglo XVIII, de fin meramente moralizante, la novela histórica exige del autor al mismo tiempo una gran preparación documental y erudita y una cierta habilidad narrativa, ya que de dominar lo uno u otro ésta pasaría a ser otra cosa, o bien historia novelada o bien una novela de aventuras históricas.


Si se trata de una novela de aventuras los hechos inventados predominan sobre la historia, que es un mero telón de fondo o pretexto para la acción, como sucede, por ejemplo, en la mayor parte de las novelas de Alexandre Dumas padre. Por el otro extremo también se llega a desnaturalizar el género con lo que se llama historia novelada, pues en ella los hechos históricos predominan claramente sobre los ficticios, que es lo que ocurre por ejemplo con Hernán Pérez del Pulgar, el de las Hazañas, presunta novela histórica de Francisco Martínez de la Rosa que da pábulo a disquisiciones del autor de forma que la historia se convierte en sólo un pretexto para exponer teorías o documentos, allegándose a los géneros de la biografía o el ensayo.

Evolución del género:


Tras muchos precedentes anteriores, la novela histórica sólo llega a configurarse definitivamente como género literarioen el siglo XIX a través de la veintena de novelas del erudito escocés Walter Scott (1771-1832) sobre la Edad Mediainglesa, la primera de las cuales fue Waverley (1814); en realidad, Scott, que fue un gran propagador del romanticismo alemán en Inglaterra, se inspiraba en una autora alemana poco conocida, Benedikte Naubert (1752-1819), que escribía narraciones históricas protagonizadas por personajes secundarios, no héroes. Como señala Lukacs, Scott era un noble escocés empobrecido que mitificó sus orígenes sociales como una especie de don Quijote de la Mancha, algo que no se escapaba a las consideraciones del propio Scott. La novela histórica nace, pues, como expresión artística del nacionalismo de los románticos y de su nostalgia ante los cambios brutales en las costumbres y los valores que impone la transformación burguesa del mundo en el trascendental momento del paso a la modernidad entre los siglos XVIII y XIX. El pasado se configura así como una especie de refugio o evasión, pero, por otra parte, permite leer en sí mismo una crítica a la historia del presente, por lo que es frecuente en las novelas históricas encontrar una doble lectura o interpretación no sólo de una época pasada, sino de la época actual.


La novela histórica en España e Hispano-américa:

Más allá del precursor del siglo XV Pedro de Corral, y frustrado por la muerte el deseo de Miguel de Cervantes de escribir una novela histórica sobre Bernardo del Carpio, hay que consignar las novelas pseudohistóricas de intención didáctica y moral de Pedro de Montengón (1745-1824), El Rodrigo (acerca de la pérdida de España por los visigodos) y Eudoxia; así pues, la primera novela histórica escrita en español fue la escrita por Rafael Húmara, Ramiro, conde de Lucena publicada en París en 1823, provista de un importante prólogo sobre el género.



En América la primera novela histórica publicada en castellano fue la anónima publicada en Filadelfia en 1826, Jicotencal, sobre la sujeción de Tlaxcala por Hernán Cortés para conquistar a los aztecas. Esta obra ha sido atribuida a los cubanos Félix Varela y José María de Heredia y hasta ha sido atribuida a un triunvirato de exiliados hispanoamericanos en el que Heredia habría redactado el texto original, el ecuatoriano Vicente Rocafuerte lo revisó y Varela lo entregó para su publicación, pero en la actualidad ya parece definitivamente atribuida al periodista liberal español Félix Mejía.


Existía una novela histórica un poco anterior escrita en inglés por españoles emigrados: Vargas (1822), atribuida a José María Blanco White; Don Esteban y Sandoval or the Freemason (ambas de 1826), de Valentín Llanos; o Gómez Arias or the Moors of the Alpujarras (1826) y The Castilian (1829) de Telesforo de Trueba y Cossío.




































Novela de ficción criminal.





Ficción detectivesca o ficción con detectives o detectives en la literatura (en inglés detective fiction) es un subgénero de la novela negra y de la ficción de misterio y de suspense, en el que un investigador (muy a menudo un detective, ya sea profesional o amateur, ya sea o no integrante de las fuerzas oficiales) investiga un determinado crimen, a menudo un asesinato.

En la literatura antigua.

Algunos estudiosos han sugerido que ciertos textos antiguos y religiosos tienen similitudes con lo que más tarde se llamaría la ficción detectivesca o la literatura de misterio y suspense. En el Antiguo Testamento, la historia de Susana y los ancianos (Daniel ​ en la biblia protestante, esta historia se encuentra entre los apócrifos está relatada por dos testigos mientras Daniel les interroga. Julian Symons respondió a los escritores y entendidos que ven este tipo de pasajes como un embrión de novela policíaca, argumentando que "los que buscan fragmentos e indicios de este género en la Biblia o en las obras de Herodotus, sólo buscan piezas de un rompecabezas sin una visión de conjunto", y estas piezas desconexas no forman verdaderas historias policíacas.


La ficción detectivesca en el mundo árabe.

Un primer ejemplo conocido referente a una historia de investigación policial (o investigación de misterios y de verdades ocultas), fue Las Tres Manzanas, uno de los cuentos narrados por Scheherezade en la recopilación de cuentos árabes conocida como "Las mil y una noches".

En ese cuento, un pescador descubre un cajón pesado y cerrado en el río Tigris, y lo vende al Abbasid el Califa, Harún al-Rashid, quien entonces se lleva el cajón al palacio, pero al abrirlo encuentra dentro el cadáver de una joven que fue cortado en pedazos. Harún ordena a su visir, Ja'far ibn Yahya, solucionar el crimen y encontrar al asesino dentro de los próximos tres días, amenazándole con ejecutarlo si falla en su misión. Aquí el suspenso es generado por múltiples cambios en la línea argumental, a medida que la historia progresa.Esta historia, por su esquema claro y simple, bien puede ser considerada como un arquetipo de las narraciones de ficción policíaca, a pesar que allí no interviene ningún detective en el sentido moderno de este concepto.


La ficción detectivesca en el mundo occidental.


Uno de los ejemplos más tempranos de ficción detectivesca bastante bien definida es Zadig o La destinada (historia oriental),​ de Voltaire (1748).

Das Fräulein von Scuderi, una historia corta de 1819 escrita por Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, en la cual Mlle Scudery establece la inocencia del sospechoso favorito de la policía en el asesinato de un joyero, a veces también es citada como un antecedente a tener en cuenta, y también como una referencia que inspiró a Edgar Allan Poe cuando escribió The Murders in the Rue Morgue.​


Como otra posible influencia sobre Edgar Poe en relación a la ficción policial, también se ha sugerido The Secret Cell (en español La célula secreta), cuento publicado en septiembre de 1837 y escrito por William Evans Burton, donde se presenta a un policía londinense resolviendo el misterio del secuestro de una muchacha. El detective ficticio creado por Burton, confía en métodos prácticos - tenacidad y constancia, conocimiento del hampa, eficacia de la vigilancia discreta, búsqueda sistemática de indicios por descuido olvidados por el delincuente - mucho más que en el brillante poder deductivo y de observación de quienes rodean la investigación. Y esta posibilidad de que Poe en algún sentido se haya inspirado en este cuento, está bien avalada por la circunstancia de que el propio Poe trabajó para Burton en 1839.

No obstante lo señalado, por lo general los entendidos y los críticos literarios opinan que la verdadera ficción detectivesca comienza en el mundo de habla inglesa en 1841, con la publicación del ya citado escrito Los crímenes de la rue Morgue,​ en donde se presenta el primer detective ficticio con perfil muy bien definido, excéntrico, lógico, brillante, con buena cultura general, C. Auguste Dupin; allí, Edgar Allan Poe​ inventó una fórmula para la trama que luego fue reiterada por muchos otros escritores con gran suceso, por cierto con mayores o menores variantes o innovaciones, y con una impronta muy parecida o algo más alejada de la que en su momento fue adoptada por el citado autor estadounidense.


















































NOVELA CORTESANA.






La novela cortesana :Es un género literario del Siglo de Oro español que fue cultivado durante el periodo barroco, en el siglo XVII.


Se trata de una narración breve de ambientación urbana, casi siempre de temática amorosa, con ingredientes costumbristas, picarescos, pastoriles y ecos de la novelística italiana más decente y menos anticlerical a los rigurosos criterios de los inquisidores españoles (novellieri como Giovanni Boccaccio y sus más honestas piezas del Decamerón; Giambattista Giraldi Cinthio y su Hecatonmiton; Mateo Bandello y sus Novelle, Gianfrancesco Straparola y sus Piacevoli notti —Noches placenteras—; Franco Sacchetti y sus Trecentonovelle; Masuccio Salernitano y su célebre Novellino, Agnolo Firenzuola y Le Novelle, Parabosco y sus I deporti, Ortensio Lando y sus Alcune novelle, etcétera). Quedaron pues excluidos e inéditos hasta el siglo XVIII los novellieri más licenciosos, anticlericales y menos asimilables, como El Lasca, Forteguerri y Fortini.

Características:

Se trata de un tipo de literatura de evasión que es el correlato en prosa a la comedia de capa y espada, con la que tantas cosas tiene en común, coincidencia que es algo aceptado ya poco menos que unánimemente por la crítica actual en tanto que sus personajes más característicos coinciden en casi todo (desde la convencional onomástica hasta su modo de sentir, de actuar y de expresarse) con los propios de la citada especie teatral. Cristóbal Suárez de Figueroa la definió en su obra El pasajero:


Las novelas, tomadas con el rigor que se debe, es una composición ingeniosísima cuyo ejemplo obliga a imitación o escarmiento. No ha de ser simple ni desnuda, sino mañosa y vestida de sentencias, documentos y todo lo demás que pueda ministrar la prudente filosofía.


En el siglo XVIII continuaron siendo muy leídas, pues hubo además una Colección de novelas escogidas compuestas por los mejores ingenios españoles cuyo primer volumen salió de la Imprenta Real y los restantes de la de González entre 1785 y 1794 (Tomo I: 1794. Tomos II–V: 1788. Tomo VI: 1785. Tomo VII: 1789. Tomo VIII: 1791). Contienen cincuenta y tres novelas principalmente de Cervantes, Luis de Guevara, Isidro de Robles (que aparece como autor de algunas novelas con lipogramas manieristas que en realidad escribió Alonso de Alcalá y Herrera), Andrés del Prado o de Prado, Alonso de Castillo Solórzano, Diego de Ágreda y Vargas, Andrés del Castillo y Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, así como otros autores, bien anónimos, bien con escasa representación (Matías de los Reyes, Baltasar Mateo de Velázquez). Por otra parte una importante publicación periódica, Tertulias de invierno, estaba consagrada a divulgar este tipo de narrativa.

Evolución:

Las narraciones entre 1624 y 1663 ofrecen diversas cosmovisiones: más simples y ajustadas en Camerino y más complejas y abiertas en Andrés de Prado. Hay indicios de que a lo largo del siglo se van alterando las funciones asignadas, dentro de los esquemas narrativos, a determinadas clases sociales: de la nobleza, en beneficio de una burguesía mercantil o de los nobles venidos a menos. También parece significativa la evolución en la ambientación: el novelista va pasando de los espacios tópico-míticos al costumbrismo de los urbanos consuetudinarios. Esto es síntoma de que la novela va asimilando unos presupuestos sociales, de que va derivando hacia un tipo de narración menos brillante, literariamente hablando, pero mucho más efectivo como matriz de lo que posteriormente se llamará novela de consumo.

Esta novelística posee una gran importancia no sólo literaria, sino también documental para el conocimiento sociológico de la época. En muchas de estas obritas se percibe el sentimiento de decadencia de la sociedad aristocrática y el surgimiento de un nuevo tipo de valores, los de la burguesía.




Autores:

Los grandes autores del género fueron Miguel de Cervantes, su creador, con algunas de sus Novelas ejemplares; Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, con Corrección de vicios (1615), ocho narraciones, tres de ellas versificadas, o las nueve aventuras nocturnas que componen su famosísimo Don Diego, de noche (1623), y las novelas sueltas o incluidas en sus diveras misceláneas, de las que cabe señalar Casa del placer honesto (1620); Alonso de Castillo Solórzano, quizá el más prolífico escritor del género y que compiló las suyas en diversas colecciones como Tardes entretenidas(1625), Jornadas alegres (1626), Tiempo de regocijo y carnestolendas de Madrid (1627), Noches de placer (1634) Fiestas del jardín (1634), Los alivios de Casandra (1649), Sala de recreación (1649) y La quinta de Laura (1649); Tirso de Molina, que incluyó algunas en sus misceláneas Los cigarrales de Toledo (compuesta en 1621 y publicada en 1624) y Deleitar aprovechando (1635); Lope de Vega, con sus Novelas a Marcia Leonarda; Juan Pérez de Montalbán, que escribió algunas especialmente movidas e inquietantes en su miscelánea Para todos y en Sucesos y prodigios de amor(1624); Cristóbal Lozano, popularísimo en el pasado e interesado en las leyendas históricas y tradicionales, de gran imaginación y erudición tal en cuanto a historias, facecias y chascarrillos que sus obras han servido de almoneda a los más diversos ingenios españoles y extranjeros, y entre cuyas varias colecciones seleccionaremos sólo la quizá más famosa, su David perseguido, y María de Zayas, la narradora más importante del siglo detrás de Cervantes, que escribió Desengaños amorosos.