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lunes, 15 de octubre de 2018

NOVELA CORTESANA.






La novela cortesana :Es un género literario del Siglo de Oro español que fue cultivado durante el periodo barroco, en el siglo XVII.


Se trata de una narración breve de ambientación urbana, casi siempre de temática amorosa, con ingredientes costumbristas, picarescos, pastoriles y ecos de la novelística italiana más decente y menos anticlerical a los rigurosos criterios de los inquisidores españoles (novellieri como Giovanni Boccaccio y sus más honestas piezas del Decamerón; Giambattista Giraldi Cinthio y su Hecatonmiton; Mateo Bandello y sus Novelle, Gianfrancesco Straparola y sus Piacevoli notti —Noches placenteras—; Franco Sacchetti y sus Trecentonovelle; Masuccio Salernitano y su célebre Novellino, Agnolo Firenzuola y Le Novelle, Parabosco y sus I deporti, Ortensio Lando y sus Alcune novelle, etcétera). Quedaron pues excluidos e inéditos hasta el siglo XVIII los novellieri más licenciosos, anticlericales y menos asimilables, como El Lasca, Forteguerri y Fortini.

Características:

Se trata de un tipo de literatura de evasión que es el correlato en prosa a la comedia de capa y espada, con la que tantas cosas tiene en común, coincidencia que es algo aceptado ya poco menos que unánimemente por la crítica actual en tanto que sus personajes más característicos coinciden en casi todo (desde la convencional onomástica hasta su modo de sentir, de actuar y de expresarse) con los propios de la citada especie teatral. Cristóbal Suárez de Figueroa la definió en su obra El pasajero:


Las novelas, tomadas con el rigor que se debe, es una composición ingeniosísima cuyo ejemplo obliga a imitación o escarmiento. No ha de ser simple ni desnuda, sino mañosa y vestida de sentencias, documentos y todo lo demás que pueda ministrar la prudente filosofía.


En el siglo XVIII continuaron siendo muy leídas, pues hubo además una Colección de novelas escogidas compuestas por los mejores ingenios españoles cuyo primer volumen salió de la Imprenta Real y los restantes de la de González entre 1785 y 1794 (Tomo I: 1794. Tomos II–V: 1788. Tomo VI: 1785. Tomo VII: 1789. Tomo VIII: 1791). Contienen cincuenta y tres novelas principalmente de Cervantes, Luis de Guevara, Isidro de Robles (que aparece como autor de algunas novelas con lipogramas manieristas que en realidad escribió Alonso de Alcalá y Herrera), Andrés del Prado o de Prado, Alonso de Castillo Solórzano, Diego de Ágreda y Vargas, Andrés del Castillo y Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, así como otros autores, bien anónimos, bien con escasa representación (Matías de los Reyes, Baltasar Mateo de Velázquez). Por otra parte una importante publicación periódica, Tertulias de invierno, estaba consagrada a divulgar este tipo de narrativa.

Evolución:

Las narraciones entre 1624 y 1663 ofrecen diversas cosmovisiones: más simples y ajustadas en Camerino y más complejas y abiertas en Andrés de Prado. Hay indicios de que a lo largo del siglo se van alterando las funciones asignadas, dentro de los esquemas narrativos, a determinadas clases sociales: de la nobleza, en beneficio de una burguesía mercantil o de los nobles venidos a menos. También parece significativa la evolución en la ambientación: el novelista va pasando de los espacios tópico-míticos al costumbrismo de los urbanos consuetudinarios. Esto es síntoma de que la novela va asimilando unos presupuestos sociales, de que va derivando hacia un tipo de narración menos brillante, literariamente hablando, pero mucho más efectivo como matriz de lo que posteriormente se llamará novela de consumo.

Esta novelística posee una gran importancia no sólo literaria, sino también documental para el conocimiento sociológico de la época. En muchas de estas obritas se percibe el sentimiento de decadencia de la sociedad aristocrática y el surgimiento de un nuevo tipo de valores, los de la burguesía.




Autores:

Los grandes autores del género fueron Miguel de Cervantes, su creador, con algunas de sus Novelas ejemplares; Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, con Corrección de vicios (1615), ocho narraciones, tres de ellas versificadas, o las nueve aventuras nocturnas que componen su famosísimo Don Diego, de noche (1623), y las novelas sueltas o incluidas en sus diveras misceláneas, de las que cabe señalar Casa del placer honesto (1620); Alonso de Castillo Solórzano, quizá el más prolífico escritor del género y que compiló las suyas en diversas colecciones como Tardes entretenidas(1625), Jornadas alegres (1626), Tiempo de regocijo y carnestolendas de Madrid (1627), Noches de placer (1634) Fiestas del jardín (1634), Los alivios de Casandra (1649), Sala de recreación (1649) y La quinta de Laura (1649); Tirso de Molina, que incluyó algunas en sus misceláneas Los cigarrales de Toledo (compuesta en 1621 y publicada en 1624) y Deleitar aprovechando (1635); Lope de Vega, con sus Novelas a Marcia Leonarda; Juan Pérez de Montalbán, que escribió algunas especialmente movidas e inquietantes en su miscelánea Para todos y en Sucesos y prodigios de amor(1624); Cristóbal Lozano, popularísimo en el pasado e interesado en las leyendas históricas y tradicionales, de gran imaginación y erudición tal en cuanto a historias, facecias y chascarrillos que sus obras han servido de almoneda a los más diversos ingenios españoles y extranjeros, y entre cuyas varias colecciones seleccionaremos sólo la quizá más famosa, su David perseguido, y María de Zayas, la narradora más importante del siglo detrás de Cervantes, que escribió Desengaños amorosos.





























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